Por:
Mario Morales Charris, 33º
Ex
Gran Maestro de la Muy
Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de
Colombia
Sob.·. Gran
Comend.·. del Supremo Consejo Neogranadino, R.·. E.·. A.·. A.·.
Allí, en esa Gran Logia de la Eternidad, reposan los restos del
Ilustre y Poderoso Hermano Juan José Nieto Gil, 33°.
El primer Cementerio que tuvo Cartagena y el más
antiguo de Colombia fue el Santa Cruz, ubicado en la pequeña isla de Manga, contigua al Corralito de Piedra, en la calle 29 cuarta avenida, Campoalegre, Cartagena de Indias.
La isla de Manga se conecta con la ciudad a través de puentes, bañada en el suroeste por la Bahía de Cartagena. Debido a su ubicación estratégica, en ella se construyeron dos fortificaciones que protegían la colonia española del ataque de los piratas ingleses: los Fuertes del Boquerón y de San Sebastián del Pastelillo. Actualmente, sólo este último se encuentra en pie, cerca del Centro de la ciudad.
Es importante señalar que en la Guerra de Independencia, esos fuertes les sirvieron a los cartageneros para defenderse en la reconquista de la Corona Española. Por esta razón, un sector de la isla se convirtió en fosa común. Pues, allí arrojaban los cadáveres de los combatientes caídos durante el sitio del «Pacificador» Pablo Morillo en 1816. De
hecho, podemos afirmar que el camposanto se inicia a la llegada de Morillo en
la mañana del 6 de diciembre de 1815.
«Al principio era “una
playa” cercada por palos de Matarratón».[1]
Así lo describe Manuel Marcelino Núñez, alcalde de Cartagena en aquel
tiempo, quien gestionó los recursos necesarios en 1822 para cerrarlo con una
pared de cal y trozos de piedra.
Finalizada
la Guerra de Independencia, el mencionado alcalde –con la asistencia de la
clase sacerdotal de la iglesia católica– y demás autoridades coloca, el 23 de junio de 1823[2],
sobre esa fosa, la primera piedra de la necrópolis. En la celebración pública llevada a cabo ese día
se exhumaron los restos de los nueve mártires,
sepultados el 24 de febrero de 1816 por dos prisioneros de guerra: el Coronel
Joaquín María Tatis y el señor Andrés Estarita, quienes fueron obligados a
inhumarlos, como también al enorme número de cadáveres hallados en las casas en
los primeros días de la invasión militar por parte de Morillo[3].
Es de
mucho valor indicar que el Cementerio Santa Cruz de Manga, fue inaugurado el 24
de noviembre de 1824. Declarado Monumento Nacional mediante decreto 1911 de
1995. En este camposanto descasan los restos del Ilustre y Poderoso Hermano
Juan José Nieto Gil, 33°, quien ocupó el cargo de Soberano Gran Comendador del
Supremo Consejo Neogranadino[4]
en dos ocasiones: 1849 – 1850 y de 1860 – 1865; además, primer presidente
costeño, quien
Conocida sucintamente la historia de este cementerio, el objetivo era visitar la tumba de nuestro Venerable Hermano Juan José Nieto, la cual realicé en dos etapas, el día martes 11 de septiembre de 2018:
En la primera fase, en horas de la mañana, lo que hicimos fue ubicar el mausoleo, el cual se encuentra localizado muy cerca de la entrada del cementerio y a la derecha del mismo, en medio de calles sumamente estrechas, sucias y enmontadas. Tanto es así que los pantalones de uno se le llenan de cadillos, y si a esto le agregamos el calor intenso y un Sol ardiente e insoportable, lo cual hace prácticamente imposible la visita. Pero valió el esfuerzo y el sacrificio de inspeccionar el panteón de nuestro Querido Hermano Juan José. Se nota de inmediato un panorama totalmente descuidado, abandonado y sin ninguna importancia para las autoridades del Distrito de Cartagena. ¡Qué horror!
Al ver su sepulcro, me quedé sorprendido, pensé encontrar un panteón a la altura de un General del ejército y Presidente de la República de Colombia durante seis meses en 1861, entre los periodos de gobierno del
conservador Mariano Ospina Rodríguez y el general liberal Tomás Cipriano de
Mosquera[5]; de un patriota que luchó por la justicia y equidad social, por combatir la ignorancia, por la no discriminación y por la libertad de los esclavos. Asimismo, el sociólogo e historiador Fals Borda lo
describe como «un caudillo popular de
reconocida trayectoria y lealtad»[6]. ¡Qué vergüenza! Lo que encontré fue un chiquero. El cuadro donde aparecía su imagen fue borrado, quiero pensar que fue por el pasar del tiempo al encontrarse a la intemperie y a la falta de mantenimiento. Las baldosas de mármol del piso y paredes fueron arrasadas y la lápida que hace mención, en bajo relieve, de la Asamblea Legislativa no se podía leer el texto allí inscrito. El equipo que me acompañó, tomó unas fotos para dejar constancia histórica de lo narrado hasta aquí. Cuando nos encontrábamos en este trabajo, de la nada apareció una señora a quien llaman «La Chiqui» (debe ser por su baja estatura) y se nos ofreció pintar las letras del bajo relieve. Inmediatamente la contratamos y le manifestamos que regresábamos en la tarde para ver cómo había quedado.
La segunda parte de nuestra visita la hicimos a partir de las 2:00 p. m., ya la «La Chiqui» había terminado su labor y le pagamos su trabajo. Seguidamente pasamos a hacer otra toma fotográfica, porque el cambio fue contundente. Ya se podía leer el epígrafe de la Asamblea Legislativa.
No hay derecho que a Juan José Nieto Gil, todo un personaje, su monumento se tenga completamente en el olvido. Abrigamos la esperanza de que las autoridades del Distrito de Cartagena y nacionales le den la categoría debida que se merece como primer presidente de la República de Colombia que tuvo la Costa Caribe, quien además de Masón ejemplar y de grandes virtudes, fue todo un militar muy disciplinado, político y escritor; considerado como el primer colombiano en escribir una novela: Ingermina, publicada durante su exilio en Jamaica, en 1844, y prácticamente olvidada durante más de siglo y medio, hasta su reedición en 1998. Ingermina relata la conquista del reino de Calamar y su conversión en la colonial Cartagena de Nueva Granada.
Después de haber cumplido con nuestra misión de la visita al mausoleo donde reposan los restos del Ilustre y Poderoso Hermano Juan José Nieto Gil, 33°, nos retiramos de su
morada permanente en Paz, Orden y Armonía.
_______________________________
[1] García Azuero, María Victoria. MAUSOLEOS O EL REPOSO DE NUESTROS ANTEPASADOS.
El Universal. 11 de mayo de 2019.
[3] Id.
[4] Carnicelli, Américo. HISTORIA DE LA MASONERÍA COLOMBIANA. Imprenta y
publicaciones de las Fuerzas Militares. Tomo I. 1833 – 1940. Santa Fe de Bogotá.
Febrero de 1999. P. 509.
[5] Ayala, Ana Cristina. LOS MUERTOS DE MANGA. Revista 070. Universidad de los
Andes. Bogotá, Colombia.
[6] Fals Borda, Orlando. EL PRESIDENTE NIETO – Historia Doble de la Costa. Tomo II.
Carlos Valencia Editores. Bogotá. 1981.
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