Por: Mario Morales Charris 33º
Past Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia
William Shakespeare (1)
Lo conocimos hace veintiocho años y medio cuando nos iniciamos –el 15 de febrero de 1980– en la Respetable Logia Triple Alianza No. 2, jurisdiccionada a la Muy Respetable Gran Logia Nacional de Colombia, cuando esta magna Institución funcionaba en la calle 39 No. 41 – 56. Tiempo después, al afiliarnos a la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, como algún día lo manifestó el “Poeta Indio” y premio nóbel de literatura en 1913, Rabindranatb Tagore, “no tengo palabras con qué expresarle mi inmensa alegría de ver, a través de todas las cosas, la luz que brota de nosotros mismos” cuando me reencontré con mis viejos amigos, dentro de los cuales se encontraba el Ilustre y Poderoso Hermano Leonello Marthe Zapata, quien el 18 de julio del presente año se nos adelantó al camino a donde todos nosotros, tarde o temprano, tenemos que ir: al Oriente Eterno.
La vida de la mayor parte de los seres humanos no es más que una lucha permanente por su existencia misma, con la seguridad de perderla de todas maneras; sin embargo, lo que le hace mantenerse en esta penosa hostilidad no es tanto el amor a la vida sino el temor a la muerte. Pero somos testigo que el hermano Leonello Marthe no le temía a la muerte; conocíamos su modo de pensar, tenía claro el concepto de lo que es la vida y la evolución de las especies y/o de los seres vivos. En cierta ocasión le escuchamos una conferencia sobre esta temática en la Respetable Logia Nueva Alianza No. 2, y tuvimos la oportunidad, junto con los hermanos Alberto Donado Comas y Agustín Puello Acuña, de acompañarlo en diversas ocasiones en los periplos que hacía al interior del Cementerio Universal, pasando revista a los trabajos que allí se hacen a diario, propios de un camposanto. En estas caminatas muchas veces se tocó el tema de la muerte, de ahí que nos atrevamos a señalar la concepción que tenía este gran hermano sobre la vida y la muerte, tanto es así que llegó a publicar un libro de poemas dedicados a la muerte: «Los Cantores de la Muerte».
El hermano Leonello se destacó por ser un hombre virtuoso, franco, fiel cumplidor de su deber, de carácter, de una recia personalidad, en otras palabras fue un Masón integral; le molestaba cuando alguien llegaba tarde a una reunión, o cuando un Masón violaba una norma, en este sentido era muy estricto. Por estos motivos tuvo algunos contradictores, que incluso después de su paso a la Logia de la Eternidad llegaron a decir, por la Internet, que “… discreparon de sus ideas y posturas ortodoxas y dogmáticamente masónicas y ateístas…”, que “… guardó una actitud conservadora y radical…”, que “… Son mis más sinceros deseos que el recuerdo de las ejecutorias del Q.·. H.·. Leonello Marthe Zapata se constituya en una oportunidad más para unirnos en torno al progreso de la Masonería, y que como dice la liturgia que acabamos de celebrar “... que la caridad nos incline a correr un velo sobre sus debilidades,...” Todo esto nos demuestra que fue un hermano de una cultura envidiable, sus charlas eran tan profundas como exquisitas y las posiciones que tomaba en torno a un tema generaban controversias entre algunos hermanos que no lograron entenderlo. Él era amigo de sus amigos, pues como decía el famoso filósofo Pitágoras: “Son nuestros amigos los que nos señalan nuestras faltas, no los que nos adulan”(2) , y ese era el hermano Leonello.
Sin duda alguna tuvo un liderazgo en la Orden Masónica y una condición intelectual que lo llevó a conducir instituciones sin ánimo de lucro de una manera ejemplar como la Sociedad Hermanos de la Caridad desde el 27 de marzo de 1987 hasta cuando dejó de existir.
Con tesón, empuje y mística le imprimió a este organismo un ritmo de trabajo impresionante para rescatar el Cementerio Universal, que estaba por perderse. Si no hubiese sido por él, hoy no tuviéramos ese patrimonio histórico y económico que con mucho orgullo lo damos a conocer local, nacional e internacionalmente.
Es a través de este patrimonio por el cual sacamos a relucir las obras que desarrollamos los Masones de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia:
- Publicaciones de libros, revistas Plancha Masónica, el Misionero, Poemario, etc.
- Funcionamiento de la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg.
- Actos culturales.
- Becas a estudiantes sin recursos económicos en diferentes universidades de la ciudad de Barranquilla.
- Préstamos de sillas de rueda a personas necesitadas.
- Ayuda económica a esposas de hermanos que pasaron al Oriente Eterno y quedaron desamparadas.
- Donación de válvulas de Jakim para niños con hidrocefalia y sin recursos económicos.
- Contribución económica para el funcionamiento del Liceo del Norte de Colombia en el que estudian niños de estrato uno.
- Contribución económica a otras instituciones sin ánimo de lucro.
Además, nos dejó otra obra próximamente a inaugurarse: La Funeraria Universal que no pudo verla finalizada y como hecho curioso se la estrenó en sus exequias para el ritual fúnebre Masónico que le hicimos el 20 de julio.
Como hombre de academia, investigador y ávido lector, logró construir una biblioteca en su residencia, la que tuvimos oportunidad de conocer, y que muy pocos profesionales la tienen en nuestra ciudad. Ese perfil de investigador le hizo publicar, a través de la Editorial Grijalbo, obras como: Cartas desde la Trinchera y El Aborto en Colombia; después publicó Historia de la Sociedad de Hermanos de la Caridad y Los Poetas Cantores de la Muerte. Asimismo, se propuso revivir en una segunda época la revista El Misionero. El primer número salió el 9 de mayo de 1992 y desde entonces logró publicar 64 números. “Realmente son pocas las publicaciones divulgadoras de la cultura y con contenido fundamentalmente humanista que llegan a esta cifra”, nos decía el hermano Leonello en el editorial del Misionero No. 50. También, en el último párrafo del mismo editorial nos hace una recomendación: “Hoy, después de su nuevo renacimiento, esperamos que nuestra Sociedad Hermanos de la Caridad y sus directivos, continúen con esta obra literaria que es un ejemplo para las sociedades sin ánimo de lucro, que cumplen estrictamente con los principios esenciales de su existencia”.
Por ese rasgo de intelectual que profesaba, lo recordamos mucho, sobre todo cuando sacaba su “libretita roja” del bolsillo de la camisa, donde tenía anotado temas importantes de la literatura en general y muchas curiosidades. En ella, algún día nos pidió que le anotáramos, al escucharnos, la palabra simple más larga que existe en nuestro idioma: «pentaquismirioexaquisquiliotetracoxioexacontapentagonalis», es el nombre del polígono de 5.645 lados.
Otro día muy temprano nos llamó por teléfono para felicitarnos, porque nuestro nombre aparecía citado dos veces en el libro «El Registro Oculto», escrito por la historiadora Adelaida Sourdís Nájera y publicado por la Academia Colombiana de Historia. La autora nos cita porque se leyó el opúsculo «Reflexiones Masónicas sobre un Artículo Farisaico» que escribimos en febrero de 1999. La última vez que nos llamó, en marzo de este año, fue para decirnos que nos iba a publicar en El Misionero el ensayo La Música Masónica de Mozart que había aparecido en la revista Dominical del diario El Heraldo el 22 de enero de enero de 2006. Por esta razón en la última revista (El Misionero No. 64) aparecen publicado dos ensayos de nuestra autoría.
Como hemos podido ver muy brevemente, el hermano Leonello era un hombre estudioso, recto, sincero, que se preocupaba por sus amigos; diríamos que reunía todos los requisitos de las tres clases de hombres para ser amigo, definidas por Confucio. Este filósofo chino nos enseña que “hay tres clases de hombres con los que resulta útil unirse en amistad: los hombres rectos, los hombres sinceros y los hombres que han aprendido mucho” (3).
En cuanto a la carrera Masónica de este gran hermano, debemos resaltar que el 3 de marzo del 2000, el Supremo Consejo de Francia lo designó como el representante de la Francmasonería francesa en Colombia.
Entre el 6 y el 8 de septiembre del 2001 asistió, en representación de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, a la Convención de París, convocada por el Gran Oriente de Francia.
El 23 de marzo de 2002 se posesionó como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para Colombia. Cargo que desempeñó con lujo de competencia para regir los destinos de la Masonería en nuestro país. En efecto, fue reelegido tres veces y ya cuando su salud comenzó a desmejorarse, renunció el 25 de mayo del presente año. Es de anotar que ha sido el único Masón de Barranquilla en alcanzar tan alta dignidad.
Entre el 9 y 12 de mayo de 2002, con la investidura de Soberano Gran Comendador, acompañó al Muy Respetable Gran Maestro, Alberto Donado comas al coloquio y asamblea general de CLIPSAS, celebrada en la ciudad de Curitiba, Brasil.
Para finalizar estas líneas, les somos franco a nuestros lectores que no ha sido nada fácil escribirlas por el gran aprecio y cariño que le hemos tenido al hermano Leonello. Muchas veces debimos levantarnos del frente de la computadora porque nuestras lágrimas se asomaban y nuestra mente quedaba en blanco. Nos sobreponíamos con esfuerzo para lograr aceptar tan lamentable pérdida.
El hermano Leonello se fue físicamente para el Oriente Eterno, pero por su obra que dejó en su breve paso sobre la tierra estará siempre vivo en nuestras mentes. ¿Cómo olvidar a un hermano de ese talante?
Para reflexionar: el científico, inventor, político y hermano Masón, Benjamín Franklin nos decía: “un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano” (4).
Hermano Leonello… Id y descansar en paz..!
(1) Vargas Rojas, Pedro Ignacio. DICCIONARIO DE MÁXIMAS. Vol. 2. Editorial Printer Latinoamericana Ltda. Círculo de Lectores, S. A. Primera impresión. Bogotá. Abril de 1993. P. 190.
(2) Idem. Vol 1. P. 34.
(3) Ducourant, Bernard. SABIDURÍA CHINA: Sus Proverbios y sus Sentencias. Ediciones Martínez Roca., S. A. Barcelona, España. 1997. P. 134.
(4) Vargas Rojas, Pedro Ignacio. Op. Cit. Vol. 2. P. 30.
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