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viernes, 16 de noviembre de 2012

Los Masones en Colombia reciben reconocimiento postal



40.000 estampillas fueron puestas en circulación a través del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y la empresa oficial de correos 4-72, en reconocimiento a la labor de los Masones dentro del movimiento de liberación y fundación de la República.


El Ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la República de Colombia, Diego Molano Vega, expidió la Resolución No. 386 de marzo 6 de 2012, mediante la cual aprobó, entre otras, la Estampilla conmemorativa de los Masones en el movimiento de liberación y en la fundación de la República.

La mencionada resolución fue publicada en el Diario Oficial No. 48.373 del 15 de marzo de 2012, y ordena a los Servicios Postales, S. A. la producción y puesta en circulación de las emisiones de las postales referenciadas.

La Masonería, una Sociedad filantrópica, filosófica y progresista, tiene entre sus objetivos la exaltación y el perfeccionamiento de las más elevadas virtudes humanas.

La Orden asienta sus principios en los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad y considera que el hombre puede alcanzar su realización a través de la Ciencia, la Justicia y el Trabajo.

En Colombia, el inicio de esta organización se ubica en la gesta de la independencia con Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander a la cabeza.

El siglo XIX y la primera mitad del XX fueron su edad dorada en lo referente a cercanía con el poder. Así, entre sus cuentas aparecen 42 presidentes desde José Miguel Pey hasta Alberto Lleras Camargo, Darío Echandía y Eduardo Santos.

Diseño de la estampilla.

El diseño de la nueva estampilla de correo que porteará las cartas y encomiendas de los colombianos, ilustra un cuadro al óleo con imagen del general Francisco de Paula Santander, vestido con la indumentaria propia de un Masón grado 33º. La pintura fue elaborada por Hernando Sánchez, y fotografiada por Felipe Eljach.

El prócer Santander, fue escogido como retrato de la pieza postal por ser uno de los Masones más importantes durante la Batalla de Boyacá y del movimiento independentista. Igualmente, desempeñó un rol determinante para el desarrollo de la educación en el país, creando más de 1.500 instituciones educativas.

Adriana María Barragán López, presidenta de Servicios Postales Nacionales S. A., señaló: queremos rendirle homenaje a estos hombres que por años han trabajado en la construcción de la Nación. En esta ocasión, los Masones y su historia viajarán por el mundo plasmados en una estampilla a través de Servicios Postales Nacionales S. A., 4-72.

Los sellos de correo de la emisión filatélica Participación de los Masones en el movimiento de liberación y fundación de la República, vienen en una presentación Hoja bloque con veinte (20) estampillas en tamaño 19.5 X 30 milímetros en policromía más una tinta especial fluorescente invisible. Esta nueva emisión fue presentada el jueves 15 de noviembre de 2012. 

Acerca de 4-72

Servicios Postales Nacionales S. A., 4-72, empresa oficial de correos de Colombia, orientada a ofrecer a todos los ciudadanos un servicio postal de calidad, competitivo y de alcance universal. 4-72 corresponde a la ubicación geográfica de Colombia en el mapa global: 4 grados latitud Norte, 72 grados longitud Oeste. Disponemos de un amplio portafolio de mensajería especializada, correo y Servicios Postales de Pago. También nos corresponde producir y poner en circulación las emisiones filatélicas en nombre de la Nación y desarrollamos el Código Postal para Colombia, bajo el liderazgo del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

domingo, 26 de agosto de 2007

La Masonería y el Pensamiento Político Aristotélico


Por: Mario Morales Charris 33º
Ven:. Maest:. Resp:. Log:. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp:. Gr:. Log:. del Norte de Colombia

Pres:. Gran Consejo de Cab:. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám:. 30°


Para conservar una metodología, es preciso comenzar nuestro estudio definiendo lo que es la política.

El diccionario de la Real Academia Española la define como el “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”. “2. Actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos”. “3. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. “4. Cortesía y buen modo de portarse”. “(…)”. “6. Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado”. En todo caso podríamos decir que es la parte de la ciencia del gobierno que abarca todos los fines de la asociación civil y sus orígenes y derivaciones.

La base, la naturaleza de la política, es el conocimiento del ser humano. Por tanto, de ese conocimiento nacen o proceden las instituciones civiles y políticas.

Como quiera que la naturaleza de nuestra Institución es el ser humano, preguntamos: ¿entonces la Masonería es una organización política? ..¿interviene en política?

Quienes piensan que la Masonería es una organización política, están totalmente equivocados, porque en su contexto esencial, su campo de acción es el ser humano, eso es cierto. Pero, se manifiesta de esta manera como una agrupación plural que actúa mediante la cadena de unión en la colectividad, donde el respeto a las libres opiniones individuales se engrandece por la exaltación compuesta de una relación de principios, que forman la médula espinal de la filosofía Masónica. No es un partido político, pero el Masón no debe estar al margen de los grandes problemas políticos de los pueblos y del mundo entero.

En el seno de la Masonería conviven hombres de diversos partidos democráticos y de diversas concepciones sociológicas, mientras sean respetuosos y tolerantes. Desafortunadamente –como lo expresamos en nuestro ensayo, publicado en la Plancha Masónica Nº 7, p. 28– donde decimos, “(…) para que permanezca callada, ciega a la realidad que la rodea y de espaldas a sus orígenes, el mundo anglosajón dispuso que la Masonería no debe participar en política, ni opinar de religión y, aquella Obediencia que lo haga será declarada “irregular”, desconocida y apartada de las Grandes Logias autoproclamadas “regulares” (…)” Pues bien, nosotros tenemos otro perfil filosófico como Masones progresistas q somos. Es cierto que dentro de los objetivos la Francmasonería admite de su membresía ideologías democráticas y sensibilidad social, como exigen que la Masonería deba actuar, cada tiempo y lugar, en el contexto político-social en que desarrolle su actividad. Pero, no mediante la lucha partidaria, opción legítima de cada Masón, sino en el ámbito moral e intelectual de la reflexión y del análisis, de las ideas, etc. Es en este contexto donde el trabajo de la Masonería debe ser, además, política y socialmente influyente, debido a que se trata, al fin y al cabo, de perfeccionar la verdad. Así lo leemos en su triple postulado, de libertad, igualdad y fraternidad, como en el de justicia y equidad. Éstos, inequívocamente fines políticos, y como tales socialmente trascendentes, conforman el ideario Masónico: un conjunto de conexos que la Masonería y los Masones tenemos, en cada momento y circunstancia, la obligación de resguardar y promover. Como también para evitar que nuestra civilización se quebrante, incapaz de sostenerse ante la crisis de valores, el avance de la ciencia, la tecnología, el poder del dinero y la concentración de capitales, reflejados en la conformación de bloques y modelos económicos en detrimento de la gran mayoría de la sociedad en el mundo, que es la más pobre, generando de este modo, desigualdad, injusticia e inequidad social. Por estos motivos, siempre hemos afirmado y no nos cansaremos de decirlo que, en un Estado de gobierno las variables de lo social, político y económico, van cogidas de la mano, son inseparables. Por consiguiente, para la Masonería como Institución Social, le es imposible darle la espalda a la política. Pero lo que no es ni ha sido jamás, es un partido político ni una organización militante al servicio de tal o cual encumbrada personalidad.

Indudablemente que la Revolución Francesa, la lucha de independencia por la emancipación de los pueblos coloniales de América, hasta la estructura jurídico–política de República que adoptaron todas sus Constituciones, llevan el innegable sello de las ideas y acciones Masónicas porque los hechos del momento histórico así lo exigía. Luego, la Francmasonería como Institución esencialmente humanista y libertaria, no debía ni podía darse por desentendida a la realidad de ese momento histórico, a pesar de no ser, repetimos, un grupo político, tenía que participar por la libertad para que reinara la paz. Precisamente por su talante de liberal y su rechazo al totalitarismo, la Masonería ha sido siempre perseguida por todas las dictaduras, desde el comunismo hasta el fascismo, podemos citar como ejemplo, entre otros, a Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, etc.

Ahora sí, teniendo claro los conceptos de política y qué pensamos los Masones progresistas con relación a ella, procedamos a exponer sucintamente, por cuestiones de espacio, el Pensamiento Político Aristotélico, que es nuestro objetivo. Asimismo, daremos a conocer nuestra posición frente a la Doctrina de Aristóteles.

De pronto estamos equivocados, pero podríamos afirmar que un número importante de las personas ilustradas tienen, de un modo u otro, idea sobre el pensamiento de Aristóteles. Es de anotar, que la concepción de un Aristóteles que habría nacido con el sistema filosófico ya formado en su cabeza, como pretenden darlo a conocer algunos teóricos, es falso. Pues, era el producto y compilación de la filosofía de su tiempo y de épocas anteriores. Por consiguiente, Aristóteles no hizo más que sistematizar los hechos que tenía frente a él más los resumidos de períodos pasados. En todo caso, de esta doctrina emergen sinceramente todas las formas políticas que han regulado el mundo antiguo y de los cuales se han esparcido algunas ramificaciones a las sociedades modernas y posmodernas.

De este modo, distinguimos en la filosofía aristotélica tres fases fundamentales:

La primera es la de la Academia. Aristóteles nace en el año 385 antes de esta era, en Estagira, aldea de la Macedonia, de manera que pertenece a la periferia de la cultura griega. En el 367 se traslada a Atenas y se incorpora a la Academia platónica. Las obras de esa época expresan palmariamente la influencia platónica, aunque de ninguna manera se les puede negar originalidad.

La segunda comienza con el alejamiento de la Academia, en el 347, que coincide con la muerte de Platón. Se dirige a Asos, Asia Menor, donde reinaba Hermias, de quien se transforma en consejero e inicia sus investigaciones biológicas. Luego pasa a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde se encuentra con Teofrasto que será su gran amigo, y finalmente a Pela, Macedonia, como preceptor de Alejandro, el hijo del rey de Macedonia, Filipo II. Esta etapa dura del 347 al 335. Es una etapa intermedia, en la que Aristóteles va madurando su propio pensamiento, entablando una aguda discusión tanto con el Platón real –el de los diálogos que conocemos– como con el Platón que él llevaba dentro.

La tercera etapa, que podemos denominar propiamente aristotélica, transcurre nuevamente en Atenas, en la que funda el Liceo. Aristóteles ya ha madurado su propio pensamiento. Funda la escuela peripatética. La etapa se extiende desde el 335 al 323, cuando muere Alejandro Magno y crece en Atenas el clima antimacedónico. Aristóteles se traslada a la isla de Eubea, donde muere al año siguiente. Pues bien, pero ¿qué planteaba Aristóteles en su filosofía política? Éste la construye sobre su pilar fundamental, la naturaleza del hombre, concebida como social.

Según Aristóteles, genéticamente, el individuo y la familia son anteriores al Estado (polis), pero naturalmente, no. Las familias surgen de la necesidad de la especie humana para procrear y subsistir como especie. Esta es la unión primera entre hombres.

Es imperioso ver como se forma progresivamente, a través de sus partes, la polis (ciudad-Estado) si se quiere lograr una entera compresión de la función que cumple la naturaleza del hombre en la teoría aristotélica. Aristóteles entiende que los hombres, en un principio sólo se reúnen en familias. Luego, por necesidad, muchas de estas familias conformarán aldeas, y por ultimo, del mismo modo, muchas aldeas constituirán la polis. Pero en este recorrido desde la familia a la polis la teoría aristotélica deja entrever que la evolución lograda no es cualitativa, sino que simplemente es cuantitativa. Esto implica que la polis no es sino la prolongación de la naturaleza que en un principio fue artífice de la formación de la familia. No hay una ruptura, el proceso que une la familia a la polis es continuo. Y tal continuidad muestra de ineludible manera que el desarrollo es único y circunscrito por la naturaleza. Efectivamente, para la teoría aristotélica, la naturaleza logra su propósito en el fin del camino: la polis (ciudad o Estado).

Lo antedicho trae implícito que Aristóteles entiende que lo que caracteriza de manera suma a la naturaleza del hombre es el existir de modo integrante. Escribe: "...se colige claramente que la ciudad es una de las cosas más naturales, y que el hombre, por su naturaleza, es animal político o civil...". En otras palabras, Aristóteles nos está dejando entrever a través de esta afirmación que tan sólo en la polis la naturaleza fundamental del hombre se expresa de manera plena. Asimismo, refiriéndose a la polis, manifiesta: "...aquello por cuya causa es lo demás y que es su fin, es lo mejor de todo, pues la bastante suficiencia es el fin y lo mejor". Dicho de otro modo, todas las relaciones llevadas a cabo entre los hombres tienden, de manera teleológica, a su estado de mayor naturaleza: la ciudad. Lo que significa que carecerán de sentido de suprimir a esta ultima. Si recordamos la metafísica de Aristóteles el fin forma parte de la causa. La naturaleza que en un principio da como resultado la familia y logra su fin en la polis, es la razón de que la polis, interpretada como un todo, sea la causa de cada una de sus partes.

Pero esto no es todo, por esta razón todas las relaciones que se den quedan justificadas como naturales bajo la unidad orgánica de la polis. Así, de esta manera, se puede aseverar que es algo natural que algunos hombres queden sometidos bajo otros hombres. Comprender esto no es tarea complicada siguiendo el próximo esquema: la ciudad es la manifestación máxima de la naturaleza del hombre, por ende cada una de sus partes, de la misma forma, también lo es, y ya que la realidad de la familia sólo se justifica desde la polis, y por eso es manifestación de la naturaleza del hombre, todas las relaciones que en ésta se dan son del mismo modo. Como resultante de esto se tiene que es totalmente pertinente a la naturaleza del hombre la relación entre el amo y el esclavo. Aristóteles no puede comprender otra manera de funcionamiento de la familia, pues recordando sus propias palabras podemos decir que si los peines por sí mismos tejiesen y la pluma por sí misma tocase la cítara, como los instrumentos de Dédalos, los señores, y como tal las familias, no tendrían necesidad de siervos. O sea, el esclavo es funcionalmente imprescindible para la familia y, por ello, indispensable para la polis.

Por consiguiente desde la naturaleza gregaria del hombre, que llega a su fin en la polis, quedan entendidas como totalmente idóneas las diferentes jerarquías. En otras palabras, si entendemos esta cuestión como Aristóteles lo hace, entre los hombres hay unos que nacen para ser amos y otros que nacen para ser esclavos, y esto se debe a que la naturaleza provee a unos de las cualidades necesarias para la obediencia y a otros de las necesarias para el mando.

La naturaleza en esta teoría divide a los hombres en dos tipos, unos libres y aptos para la vida social, los otros simplemente esclavos. Aristóteles lo explica de la manera siguiente: "Porque el regir y el ser regidos no solamente es cosa que la necesidad requiera, sino también cosa conveniente; y ya desde el nacimiento de cada uno salen unos para ser mandados y otros para mandar". Entendido de esta manera la celebre naturaleza política de los hombres formulada por esta teoría sólo abarcaría a los libres. O también puede resultar que Aristóteles no considere hombres a los siervos, sino sólo un artefacto de la oikia o casa (esta cuestión es muy discutible). Una manera más simple de explicarlo, y la que elegiremos aquí, será que esta naturaleza del hombre, que es ser animal político o civil, es la que da como resultado las jerarquías, y que por esta razón quienes consten de ésta serán divididos en amos y esclavos; de ahí que Aristóteles entienda no sólo como necesario, sino también como conveniente, que algunos obedezcan.

Aristóteles justifica la esclavitud (aunque en rigor no concibe otra posibilidad y por lo tanto formular justifica es inadecuado) entendiendo al siervo como un instrumento del que el amo puede valerse, y no porque haya una ley que así lo disponga, o una convención, sino que el siervo es de su señor porque su condición natural lo requiere de esa manera. Por eso escribe: "Todo aquel que puede ser de otro es naturalmente siervo, y por esto se dice ser de otro el que hasta tanto alcanza razón que pueda percibirla, mas no la tiene en sí". La naturaleza aquí claramente juega un doble papel, los cuales derivarán naturalmente en las jerarquías; por un lado a todos los hombres los hace gregarios, y por otro lado les entrega diferentes capacidades intelectuales y físicas.

El soporte del que parte Aristóteles, el hombre como animal político, no solamente se reduce a una simple argumentación teórica de la esclavitud o de las jerarquías, verlo de esa manera es pecar gravemente de descuido. Aunque bien, este fundamento es la base de la que parte Aristóteles para poder concebir que haya naturalmente algunos hombres libres y otros siervos, diferencia crucial e indispensable para el funcionamiento de la polis griega. Tal pilar es una categoría absoluta propia del grado de abstracción vital para la filosofía. Aristóteles, en otras palabras, no hace más que tomar como ente de su epistemología a la polis, hace una hermenéutica formidable de lo social, y tal labor finalmente lo lleva a concebir que la esencia de ésta se encuentre en la naturaleza del hombre, hombre que evidentemente es entendido como político.

En resumen el hombre libre es el único que ejerce los derechos políticos, debido a que es quien los posee, como esposo, manda a su esposa; como padre a sus hijos, y como amo a sus esclavos. También son distintos en sus virtudes y sus deberes. Sin embargo, lo que nos interesa hacer notar es que Aristóteles considera iguales a todos los hombres libres, y que, según él, todos deben igualmente ser llamados al ejercicio de los derechos y deberes políticos.

Por lo visto, las comunidades primitivas y la esclavista justificaban la desigualdad social por otra desigualdad natural entre los seres humanos. Luego, tenían ideas mucho menos justas y mucho menos elevadas sobre la naturaleza del hombre que nosotros. Pero, no podemos desconocer que de sus ideas brotaban resultados más rigurosamente lógicos que los nuestros.

Es de gran valor, antes de continuar con nuestra exposición, aclarar que Aristóteles vivió en una época en que las relaciones de explotación del hombre por el hombre, era precisamente el esclavismo. Estas relaciones tenían como base la propiedad privada tanto de la tierra, las herramientas, como los trabajadores o esclavos. Los hombres esclavos eran considerados como unos instrumentos parlantes. Luego, no pudo visionar más allá de lo que veía en su momento histórico y de lo que había investigado de las comunidades primitivas. En todo caso, los aportes que hizo a la filosofía y a la ciencia en general son tan valiosos, que en plena época posmoderna, todavía los estamos estudiando.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, preguntamos, ¿cuál es la posición de la Francmasonería sobre el Pensamiento Político Aristotélico?

En primer lugar, podemos señalar que la Masonería admite la igualdad original del ser humano. Éste cualquiera que sea su entorno social, lo consideramos como un ser inteligente, dotado de voluntad y de razón que lo diferencia del resto de los animales. Por ello, todos los seres humanos son para nosotros naturalmente libres, lo que para Aristóteles y los antiguos era apenas una minoría muy reducida. En consecuencia, nosotros los Masones reconocemos que en la humanidad no existen dos especies de hombres sino una sola, por lo que no podemos estar de acuerdo y por ende, censuramos el pensamiento de la esclavitud.

En segundo lugar, podemos afirmar que los elementos constitutivos de las sociedades actuales, son totalmente diferentes a los que se encontraban en la era en que vivió Aristóteles. Por consiguiente, valdría la pena resumir en dos puntos nuestros principios en relación con la materia: a) que todos los individuos de la raza humana, naturalmente iguales, poseen naturalmente derechos idénticos y b) que estos derechos proceden o se originan de su propia naturaleza.

Tercero, somos concientes de que no todos los individuos de la raza humana son igualmente aptos para ejercer el poder. Que en la sociedad existen diversas funciones. Pero, asimismo hay seres humanos con aptitudes diferentes. Por lo tanto, estas diferencias no pueden ser consideradas como señal de una desigualdad específica. De la misma manera, las funciones no pueden ser un privilegio para algunos y una carga para otros. Todos deben ser igualmente admitidos. La equidad quiere que así sea y la política lo ordena. Ahora bien, planteamos esto porque sabemos que la equidad junto con la justicia, la sabiduría y la fuerza es una de las bases que hacen indestructible a la Masonería. También es evidente que el objetivo de la política no solamente es organizar internamente la sociedad. Se necesita igualmente que arregle las relaciones de las distintas sociedades entre sí. En el caso, por ejemplo, en que exista diferencia entre los ciudadanos en el seno de una sociedad, para eso está la justicia quien resolverá tal discrepancia y todos están obligados a someterse a su fallo. Indudablemente, la justicia para nosotros los Masones es una virtud moral que inspira el respeto de los derechos de otros, y que hace que se dé a cada cual lo que le pertenece. En cambio de nación a nación no existe jerarquía sino soberanías. De ahí, que no hayan jueces y por ello, en las transacciones internacionales cada quien se obliga hacer justicia por sí mismo. Por desgracia, los países más fuertes económica, militar y políticamente son los encargados de “administrar justicia” entre los pueblos del mundo. Trayendo como consecuencia la guerra, lo que a su vez se convierte en desolación, barbarie y violación de los derechos humanos, con lo cual y por principio nunca podremos estar de acuerdo.

CONCLUSIONES:

1. Aun no siendo la Masonería una organización política, y ocupándose, como lo hace, principalmente de la evolución personal de cada hombre, resultaría absurdo que forjase guerreros del progreso y conductores de la humanidad y les prohibiese toda actividad política, ya que en la realización de logros concretos, está la justificación histórica de la Institución. De lo cual resulta que, individualmente, los Masones sí intervienen activamente en la política de sus países cuando la ignorancia, el fanatismo o la ambición, tratan de sojuzgar a los pueblos.

2. La Masonería debe hacer sentir su voz, contribuir y continuar con su esfuerzo por la fraternidad universal de culturas y sentimientos, ratificando su obligación o responsabilidad con la razón y con el amor, únicas herramientas idóneas o sabias para orientar la sociedad. Esto, como un medio para el progreso de los hombres y de la humanidad, como una organización que destaca el valor preponderante de la libertad y el esfuerzo sublime a la vida, la democracia como forma superior de convivencia, la tolerancia, el respeto y la paz.

3. Para Aristóteles “la polis (ciudad-Estado) es una de las cosas naturales”, es decir, de las cosas “por naturaleza”, por esencia. El hombre es “por naturaleza”, por esencia, un “animal político”, esto es, “un animal de la polis”. En lugar de “animal político” se suele traducir “animal social”. Entendemos que de esa manera no se es fiel al verdadero Pensamiento Aristotélico. Aristóteles afirma que la participación en la polis como ciudadano es algo “por naturaleza”, algo esencial al ser humano.

4. Aristóteles cree, que entre los hombres hay unos que nacen para ser amos y otros que nacen para ser esclavos, y esto se debe a que la naturaleza provee a unos de las cualidades necesarias para la obediencia y a otros de las necesarias para el mando. Para la Masonería, todos los hombres por naturaleza son iguales, Por tanto, censuramos la esclavitud.

Referencias bibliográficas
  1. La Política. Aristóteles. Editorial Bedout, S. A. 30 de abril de 1982. Medellín.
  2. Etica Nicomaquea, Aristóteles, México, UNAM (2da ed., 1983). (Edición bilingüe. Traducción de Antonio Gómez Robledo).
  3. Ética como amor propio. Sabater, Fernando. Editorial Grijalbo. 8 de octubre de 1998. Barcelona.
  4. Filosofía política aristotélica. Dri Rubén. En Internet.
  5. En Defensa de la Masonería. Acereda, Alberto. En Internet
  6. Masonería y Política. Revista Masónica La Acacia Nº 5. Logia Miguel Servet. España.
  7. Reflexiones sobre el Pensamiento Masónico Inglés. Morales Charris, Mario. Revista Plancha Masónica Nº 7. Gran Logia del Norte de Colombia. Barranquilla.
  8. Masonería y Sociedad. Página Oficial de la Respetable Logia Simbólica “Ollincipactli” No. 227. México. D. F. En Internet.
  9. La Masonería, interviene en política. José Valdemar Portillo López. México. En Internet.
  10. Ética y Política http://www.cibernous.com/autores/aristoteles/teoria/etica/etica.html
    11. Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Frau Abrines, Lorenzo. Tomos I y II. Editorial del Valle de México. 30 de septiembre de 1981. México. D. F.
    12. Diccionario de la Real Academia Española. Vigésima edición. Editorial Espase-Calpe, S. A. 24 de diciembre de 1984. Madrid, España.

miércoles, 4 de julio de 2007

La Masonería y la República

Discurso del Presidente de la República de Chile
Dr. Ricardo Lagos Escobar
En la Sede de la Gran Logia de Chile
Octubre de 2005

(Tomado de la página Web de la Resp.·. Log.·. David Benavente No. 123, Vall.·. de San Carlos – Chile)

Que la sede de la Gran Logia, donde nos hemos reunido, sea llamada el club de la República, no es una mera coincidencia, sino, a mi juicio, un hecho cargado de significado.

La impronta de sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad que nos recordaban, ha estado presente en nuestra historia desde la lucha por la independencia nacional hasta hoy.

La Orden Masónica ha sido uno de los principales exponentes en el país, del humanismo. Así, ha planteado la libertad de la conciencia y la autonomía del pensamiento con respecto a cualquier clase de limitaciones preestablecidas, como elementos esenciales para el desarrollo libre del espíritu. De este modo, el espíritu humano tiene la posibilidad de diseñar su propio camino de búsqueda de la verdad, sin más limitaciones que las del entendimiento.

Es este humanismo el que favorece la apertura del espíritu, la libre confrontación de las ideas y el examen crítico de los hechos y de los conceptos.

Llevar a la práctica estos principios requería y requieren de una organización política y social donde pueda desarrollarse la libertad entre iguales y en la cual la fraternidad pueda desplegarse a plenitud. Esta organización es la República, que hace realidad la transformación de los súbditos en ciudadanos libres de toda tutela y sometidos sólo a las leyes que ellos mismos se han dado, desde el más poderoso al más humilde.

La Masonería ha sido una firme defensora tanto de la autonomía de los poderes del Estado como de la libertad ciudadana y del derecho de los ciudadanos a participar todos en la marcha de la Nación.

Aquí bien se recordaba que durante el proceso independentista de América del Sur, el juramento de los denominados "Caballeros Racionales" de la Gran Reunión Americana y de las Logias Lautaro en su iniciación decía: "Jamás reconoceré por gobierno legítimo de mi patria, sino aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad del pueblo".

Allí está, en esa declaración, la impronta de buena parte, el valor primigenio que tuvimos y que nos marcó como Nación.

Por eso aquí uno podría decir, en este salón, que se respira el aire de aquellos que pensaron que era posible la independencia de este suelo para formar una patria libre y soberana.

SOCIEDAD CIVIL Y TOLERANCIA

Aquí quiero entonces destacar hoy la importancia de asociaciones como la que hoy nos acoge, de instituciones como ésta. Chile requiere de una sociedad civil amplia y diversa, que convoque a la participación, que exprese con fuerza las tendencias, las inquietudes, los intereses diversos de los ciudadanos La masonería es, en este sentido, una institución pionera de nuestra historia. Aquí hubo una institución capaz de convocar a ciudadanos libres para pensar a Chile sin otra limitación que la verdad de cada uno que termina donde comienza la libertad del otro.

En la medida en que más personas y grupos se organicen y se expresen, en la medida que cada vez más seamos capaces de debatir con altura y sin temores, más democrática va a ser nuestra sociedad. Lo digo en el sentido más amplio de la palabra. No se trata tan sólo de modernizar instituciones de aggiornarnos para estar a tono con los tiempos. Se trata de cómo somos capaces de estimular nuestra capacidad de plantear ideas, de escuchar a otros, cómo hacer florecer la diversidad de visiones que se anidan en los hombres y mujeres libres de Chile, porque en esa diversidad de visiones está buena parte de la riqueza de Chile. Es en la diversidad donde nace la confrontación, y de la confrontación nace una visión distinta de aquellos que se confrontan desde sus respectivos puntos de vista.

Y aquí, entonces, es donde entronca, a mi juicio, una de las grandes preocupaciones de esta institución: la tolerancia. El cultivo de la tolerancia fue lo que impulsó en un origen a la masonería a abrir más espacios para el debate libre de las ideas, para el desarrollo de la ciencia, para que se ampliaran los horizontes del arte, de la filosofía, de la política.

Hoy, me parece, necesitamos un nuevo impulso en este sentido. Podemos apreciar cómo esta sociedad chilena se ha hecho cada vez más compleja, más diversa. Alguien diría, más global. Sí, es cierto, la globalización demanda también el fortalecimiento de identidades locales y cómo fortalecemos identidades locales para adentramos en un mundo que es más global. Ello, a mi juicio, hace indispensable dar nuevos pasos que aseguren una convivencia fundada en el respeto y la capacidad de apreciar las diferencias no como un mal sino como un factor positivo que nos enriquece como Nación.

Un humanista ilustre, José Saramago, se proclamó hace poco contra la tolerancia. Sí, escuchan bien, contra la tolerancia. Claro, pero no para fortalecer la intolerancia, sino, dijo, porque tolerar tiene también el sentido restrictivo de soportar, de aceptar, pero no compartir. Y Saramago, entonces, en esas licencias que se pueden permitir los grandes humanistas, dijo que en verdad él prefería hablar de algo que se podía llamar, en lugar de tolerancia, "igualancia". Eso es, en realidad, dijo, lo que debiéramos ser capaces de proyectar al futuro, y que ha formado parte de los ideales de esta orden: una posición abierta que considera otras formas de apreciar la realidad, en igualdad de posiciones que la propia y que da oportunidades al desarrollo de otras ideas. Lo esencial, capaz de ponerse en el punto de vista del otro.

Es, me parece a mi, un llamado a lo que son los valores de la orden masónica desde siempre, y en donde hoy se requieren para hacer de Chile una sociedad más abierta y más plural. Más plural, yo diría, y más tolerante, entendiendo que la tolerancia tiene que ser más virtuosa que la mera complacencia. No queremos tolerar sólo para contemplar. Queremos entender que la tolerancia no es aceptar lo que viene dado con indiferencia, no es un acomodo a cualquier posición. La tolerancia se trata más bien de una posición abierta de quien está siempre dispuesto a considerar otras maneras de mirar las cosas, a darle una oportunidad al desarrollo de otras ideas, a poder imaginarse que las cosas son desde otro punto de vista y contrastarlas con las propias. La tolerancia, entonces, no es la mera aceptación. Aceptar al otro y su punto de vista es entender que en ese punto de vista hay una parte que puede enriquecer el punto de vista propio.

Y por eso, entonces, yo diría que eso no significa condescender con cualquier idea o con cualquiera posición. La tolerancia es más bien el juicio equilibrado de la sociedad de los individuos, los que nos van mostrando cada día el camino. Y así, entonces, a lo mejor podemos avanzar en sabiduría y podemos recuperamos de los errores que nuestro propio juicio haya cometido.

Necesitamos, entonces, creo, en el Chile de hoy, un nuevo impulso. Siempre, es cierto, está la tentación de caricaturizar a quien es distinto, reduciéndolo a prejuicios ideológicos, sin mirar quién es realmente y qué pretende hacer. Es tan fácil demonizar la posición contraria, es tan fácil construir un hombre de paja para después destruirlo. A ratos, en nuestra sociedad uno ve tantos y tantas que creen tener la verdad absoluta y se niegan a tolerar la posibilidad de una visión distinta. Siempre está la tentación de mantener las instituciones como están, sin atender las dinámicas de cambio que atraviesan en toda sociedad.

Por eso hoy yo estoy seguro que ustedes van a continuar aportando a la apertura de más espacios de expresión ciudadana, de más libertad, de más diálogo franco, en definitiva, de permitir que entren los aires aquellos que otros, mucho antes que ustedes, pensaron que era posible algo tan drástico y revolucionario como independizarse de España.

Aquí es donde me parece que, igual que la tolerancia, la libertad no es algo que se recibe gratuitamente, es una condición que se conquista, se preserva, se enriquece cada día con esfuerzo y sacrificio. No nos es dado. La democracia hoy, aquí se recordaba muy bien por Luís Fernando Luengo, es el único sistema capaz de armonizar la libertad y la justicia, con el orden. Por eso la democracia como forma y filosofía de vida constituye un paradigma de valores libertarios. Por eso aquí se ha dicho, "se apoya a la democracia".

Y dentro de la democracia y la libertad, esta institución aprendió hace muchos años que la educación constituye una de las preocupaciones fundamentales. En otras palabras, que lo que le da la verdadera profundidad a la libertad del individuo, es la que lo hace crecer en el sentido de nuestro verdadero potencial como país, es que sin educación no existe la llave que le va a permitir al hombre del próximo siglo pararse sobre sus propios pies y ejercer a plenitud su libertad.

LA MASONERÍA Y LA EDUCACIÓN

Yo diría que sin un sistema educacional adecuado, la libertad deviene casi en una palabra vacía. Y esa es la razón tal vez por la cual esta institución fue tan fundamental en el siglo XIX y en el XX para abrir un espacio a la libertad, que quería decir generar un espacio a la educación.

Ahí estuvo el rol que tenemos que agradecer cuando vemos la historia, en donde ustedes plantearon la fuerza y la necesidad de la responsabilidad educativa del Estado, de su papel en el otorgamiento de títulos y grados y en la dictación, en 1920, de la Ley de instrucción Primaria Obligatoria.

Aquí, hoy decimos todos que la equidad educacional es una responsabilidad de la sociedad, que el Estado no puede ser neutral en esta materia, porque serlo implicaría negar el ejercicio básico de la libertad a los jóvenes mañana. Y, por lo tanto, es indispensable que la sociedad, a través del Estado, asuma un rol protagónico en el establecimiento de una política educacional que garantice igualdad de oportunidades para todos, que sea equitativa, pluralista y preserve la libertad de conciencia de cada individuo.

Como dijera hace ya muchos años, en el teatro Municipal de Santiago, el diputado Pedro Aguirre Cerda en 1919: La más grave falta que puede cometer un ciudadano es la de obstruir la Ley sobre Instrucción Primaria Obligatoria, porque -dicen- necesita para su cumplimiento treinta o más millones de pesos. ¡Como si el 60 por ciento de los niños chilenos, hoy analfabetos, no tuvieran el derecho a exigir una parte del presupuesto nacional para tener educación!

Han pasado 80 años desde que Pedro Aguirre reclamara la necesidad de tener una Ley de Instrucción Primaria gratuita y obligatoria, y que demandara para ello los recursos indispensables.

Hemos avanzado, es cierto, pero hoy tenemos un desafío de otra envergadura. Porque hoy, es cierto, todos los niños dejaron de ser analfabetos, estamos orgullosos que tenemos 10 años de escolaridad media, sin embargo, ya no nos ponemos tan orgullosos cuando constatamos que el 20% de los jóvenes que tienen hogares o provienen de hogares de mayores ingresos, tienen una escolaridad media de más de 12 años, pero el 40% que proviene de los hogares de menores ingresos, tienen una escolaridad de sólo 7 años.

Hemos avanzado desde Pedro Aguirre Cerda pidiendo la Ley de Instrucción Primaria, pero la equidad es distinta, porque si un joven proviene de un hogar de altos ingresos lo probable es que llegue a 12 o más años de escolaridad, y al que llega aquel de bajos ingresos lo probable es que tenga apenas 7 años de escolaridad. Esa diferencia entre los 7 y los 12 hace que estamos todavía tan lejos de poder decir que "la educación es la base, como dijimos antes, que garantiza la movilidad social en una democracia". Si constatamos la rapidez en el cambio vertiginoso que tenemos, sin educación estamos dejando atrás a buena parte de nuestros conciudadanos. Y ese es tal vez el gran desafío que tenemos ahora, en los inicios de este siglo XXI, en donde resuelto el tema de la cobertura educacional, tenemos ese otro gran desafío de cómo generamos una igualdad de oportunidades entre todos nuestros jóvenes.

Amigos y amigas:

La libertad de conciencia, el respeto a la diversidad, son hoy día principios universalmente compartidos. Las normas e instituciones jurídicas, políticas, sociales son apreciadas y legítimas a partir sólo de su capacidad de llevar a la práctica los valores de libertad, igualdad y fraternidad.

Los derechos humanos y la democracia pluralista constituyen el norte de la política a comienzos del siglo XXI. La eficacia de un gobierno para garantizar los derechos civiles, políticos, económicos y sociales de la ciudadanía, se ha transformado en el principal elemento para evaluar la eficacia de un gobierno.

En este momento hay un amplio consenso en Chile en torno a estos ideales, compartidos por los humanismos laicos y religiosos. Es bueno recordar que fue largo y difícil llegar a este punto de encuentro entre los chilenos, y que la humanidad estuvo amenazada durante buena parte del siglo XX por visiones totalitarias que amenazaban con una guerra global, en donde algunos pensaban que abrir espacio a la libertad implica terminar con la igualdad, y otros, so pretexto de la búsqueda de igualdad, terminaron aherrojando la libertad.

Nuestra Patria también sufrió la división y la destrucción de sus instituciones. Se han recuperado las tradiciones republicanas que tanto orgullo nos producían en el pasado. Queda, sin embargo, un camino largo por recorrer. Y por eso quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi reconocimiento a la masonería por su participación en la Mesa de Diálogo, a través del distinguido Gran Maestro, que junto a la Iglesia Católica, junto a otras confesiones religiosas, concurrieron con representantes de nuestras Fuerzas Armadas, de abogados defensores de derechos humanos y otros integrantes de la sociedad civil, al acuerdo que hoy nos enorgullece a todos. No tanto por los procedimientos para resolver los temas pendientes, sino por los principios ordenadores del tipo de sociedad que queremos construir.

Tenemos mucho más que hacer, es cierto, tenemos tareas pendientes, me parece, para perfeccionar nuestro orden institucional. Y aquí, desde este gran templo, que forma parte y se respira parte de la historia de Chile, quisiera hacer una sola reflexión. A lo largo de nuestra historia hemos tenido distintas cartas institucionales, desde aquellas que cambiaron con tanta rapidez, inmediatamente recuperada la Independencia, hasta aquella otra de Mariano Egaña, el 33, con las reformas que introdujeron los constituyentes del 70, la del 25, con las reformas que introdujeron en las decisiones del Parlamento el año 43, y ahora, que tenemos una Carta Institucional con ya buenos 20 años, que me parece que, amén de los elementos que pueden ser conflictivos, debiéramos ser capaces no solamente de resolver aquello, sino ponerla a tono con las necesidades del siglo XXI.

Por eso, no me gustaría que abordar el tema constitucional de Chile no lo hiciéramos con el mismo espíritu que otros, antes que nosotros, cuando enfrentaron esta tarea la entendieron como una tarea que convoca a todos, que no se hace una Carta Constitucional, cuyo fin último es aprender cómo una sociedad está unánimemente de acuerdo en cómo se procesan las diferencias de sus miembros. Eso es una Constitución. Cómo todos estamos mayoritariamente de acuerdo en cómo procesamos las diferencias de una sociedad. Y siempre lo hemos hecho con un alto grado de consenso.

Quiero reclamar ese mismo grado de consenso para los cambios que tenemos que introducir, no sólo porque hay elementos que no nos gusten, más importante, porque creemos que tenemos que aggiornar una Constitución a la luz de lo que van a ser la necesidades de este siglo XXI que recién comienza.

Y estoy seguro que así como logramos un alto grado de consenso en la Mesa de Diálogo, la vamos a alcanzar también aquí y que seremos fieles a nuestra tradición, en el sentido de tener una Carta lnstitucional de la cual todos, que pensamos distinto, estamos igualmente orgullosos porque nos interpreta a todos.

Señoras y señores:

Quiero agradecer sinceramente este acto que ha organizado la Gran Logia de Chile. Quiero agradecer las intervenciones del Gran Maestre y del Gran Orador, y la presencia de cada uno de ustedes. Qué duda cabe hemos disfrutado de una velada, y hemos disfrutado también de un coro y de la música.

Cuando escuché El Coro de Esclavos me trasladé a una calurosa tarde de sábado, en un muy modesto pueblo, comuna del Valle Central de Chile, y en un cine ya desvencijado, porque ya no se usan en nuestros pueblos, hubo un acto de proclamación de un candidato. Ahí estábamos con la fanfarria natural, los discursos indispensables, y de repente, en ese acto, en ese cine tan modesto, de esa tan modesta comuna del Valle Central, surgió una niña y nos cantó el coro de esclavos el mismo que hemos escuchado con la brillantez esta tarde.

Siempre me he quedado pensando qué hay en nuestra Patria que surge allí, en un lugar tan modesto, tan alejado de todos, alguien que canta con tanta alma y entusiasmo -como lo hemos escuchado esta noche- El Coro de Esclavos. Me he pensado también si estamos construyendo una sociedad que está a la altura para que esa niña tan modesta, que cantó con tanto entusiasmo a un candidato Presidencial, le estamos haciendo una sociedad donde ella se pueda desarrollar a plenitud. Después de todo, de eso se trata la actividad pública, y ustedes han estado inmersos a lo largo de nuestra historia en la actividad pública.

Cómo somos capaces de dar cuenta en nuestra sociedad que esa niña también puede soñar a cantar, a desarrollarse, a crecer musicalmente, como aquellos que nos han disfrutado esta tarde con nosotros.
Espero y agradezco la contribución de la masonería a lo que podamos hacer en los próximos años para no fallarle a esa niña del Valle Central que cantaba tan hermoso.