martes, 2 de noviembre de 2010

El Día de los Difuntos

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Por: Mario Morales Charris 33º
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.•. Gr.•. Log.•. del Norte de Colombia
Miembro del Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia del R.•. E.•. A.•. A.•.




A finales de octubre de 2003 un grupo de intelectuales, amantes a la literatura, la poesía y al arte en general, liderados por el periodista Edgar García Ochoa, más conocido como «Flash», y el profesor y locutor de radio Tito «Sensación» Mejía, le solicitaron permiso a la administración del Cementerio Universal de la ciudad de Barranquilla para realizar un recital el 2 de noviembre, «Día de los Difuntos» a la 7:00 p. m. en ese campo santo. El objetivo era exaltar la memoria de los difuntos. El permiso les fue concedido, sobre todo por el presidente de la Sociedad Hermanos de la Caridad, en ese entonces, el Dr. Leonello Marthe Zapata, hoy en el Oriente Eterno, también amante a la poesía y a las artes.

Cuando nos enteramos sobre el evento que se iba a llevar a cabo, nos llamó poderosamente la atención porque era un acto cultural nunca visto, que yo sepa, en la historia de Barranquilla. ¿Un recital en el cementerio y en horas de la noche? Muchos dirían: ¡huy que miedo! Sobre todo sabiendo la comunidad que este cementerio laico es de los Masones y algunos, por ignorancia, afirman que somos una “secta diabólica”.

Ese día asistí, y acompañé al Querido Hermano Leonello Marthe Zapata y al gerente del cementerio, Querido Hermano Alberto Donado Comas, a ese gran acto cultural.

Lo veía y no lo podía creer, la cantidad de personas asistentes, algunos por curiosidad o por la novedad o rareza del acto, otros por apasionados o enamorados de la poesía. Me encontré con muchos amigos partidarios de la cultura, entre ellos a los profesores Tito Mejía Sarmiento, Lewis Morales Bravo y Ricardo León De las Salas, director de la revista-taller «Luna y Sol».

Todo era improvisado. Los poetas y declamadores salían a leer sus versos o recitar los poemas voluntariamente. El acto se inició en la parte interna de la entrada principal del cementerio a la hora convenida. Allí, recuerdo a un niño de unos 12 años que declamó «El Brindis del Bohemio», poema costumbrista y romántico de origen argentino, escrito en 1928 por el famoso periodista y poeta mexicano Guillermo Aguirre y Fierro. El muchacho demostró su don de buen declamador, con un dominio total en su oratoria, vocalización, gesticulación y un alto conocimiento en la composición literaria. Me hizo recordar la famosa grabación de «El Duelo del Mayoral» que hizo en Discos Fuentes el argentino Antonio Comas, más conocido como «El Indio Duarte». De este lugar pasamos a visitar varias tumbas donde los poetas participantes les dedicaban sus composiciones a familiares y amigos que reposaban en esos lugares.

El evento terminó a media noche. Cansados porque en todo momento estuvimos de pie, no había sillas, muchos se sentaron en el suelo. Nos fuimos contentos, el acto fue un éxito donde todos los participantes mostraron su talento en el género poético, según el estilo de cada quien. Lo cierto es que no sabía que a tanta gente en Barranquilla le gustara la poesía.

Con la experiencia vivida, nos propusimos hacer un acto más organizado para el año siguiente. Aclaro, no soy poeta ni declamo, pero me deleito al leer o escuchar poemas. De pronto algún día se me dé por escribir poemas.

Fue así cómo reuní al Comité Cultural de la Sociedad Hermanos de la Caridad, constituido por los Queridos Hermanos Álvaro Díaz Romero, José Morales Manchego, Antonio Iginio Caro y mi persona como coordinador. Invitamos a estas reuniones a los profesores Lewis Morales Bravo y Ricardo León De las Salas, director de la revista-taller «Luna y Sol» por la experiencia que tenían en la organización de esta clase de eventos.

El Comité Cultural cumplió con las tareas planeadas y el resultado fue el nacimiento del Primer Gran Recital “Arte in Memoriam Día de los Difuntos”. Contamos con el apoyo irrestricto de la Junta Directiva de la Sociedad Hermanos de la Caridad y en especial la de su presidente para poder llevar a cabo el proyecto. La programación se hizo para los días 5 y 6 noviembre de 2004.

El día 5 a partir de las 7:00 p. m. en la Plaza de los Fundadores, donde está el obelisco del Cementerio Universal, participaron los siguientes poetas y escritores invitados: Joaquín Mattos Omar, Henry Stein, Carlos De la Hoz, Adalberto Deulofeut Prado, Manuel Donado, María Cristina Taffur, Santiago Alba, Jota Prada C., Mercedes Olea, Fadir Delgado, Tito Mejía Sarmiento, Javier Marrugo Vargas, Roberto Núñez, Lewis Morales Bravo, María del Carmen España, Ubaldina Díaz Romero, Ivert Pernett, Enrique Llanos Soto, Alfonso Mendoza Alfaro, Hugo León Donado Osorio y Ricardo León De las Salas Mier. Los participantes fueron acompañados con música de fondo por el maestro Javier Jiménez con su guitarra, quien también interpretó, a prima y dúo con Alba Pupo, bellas canciones propias para el momento. Por último, se presentó el «Mariachi México».

El día 6 de noviembre a partir de las 5:00 p. m., los actos se desarrollaron en el Salón Cultural Eusebio De la Hoz de la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg. En primer lugar se inauguró una muestra de pintura y fotografía, donde participaron los siguientes artistas expositores: Marlyn Llinás Cantillo, Antonio I. Caro, Jorge Serrano, Benedicto Arenas, Regina Barrios, Manuel Bustos, José Miguel Granados, Fabián Rivera, Mauricio Cogollo y Álex Stevenson.

Seguidamente presentamos la danza «La Vida es un Carnaval» del Liceo del Norte de Colombia, constituida por niños de estrato uno y con edades entre los 4 y ocho años.

En el tercer acto se presentó la cuentera Mayerlis Beltrán. Después una obra de teatro relacionada con la muerte a cargo de Rosandy Olarte Duarte. Tanto Mayerlis como Rosandy en ese momento eran estudiantes de los últimos semestres de arte dramático de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.

Luego presentamos al popular humorista Mingo Martínez con «cuentos de velorio», y cerramos la programación con la danza “Kalimba” a cargo del profesor Ramón Sánchez, interpretando entre otras obras «Velorio del Boga Adolescente» de Jorge Artel.

Como podemos ver fue una programación cargada de actividades culturales durante dos días, que entre otras cosas nos dio mucha experiencia.

Por otra parte, el profesor Ricardo León De las Salas, a través del profesor Lewis Morales Bravo, nos ofreció la revista-taller «Luna y Sol» para publicar los poemas seleccionados para el recital. De esta manera vio la luz la revista Nº 19 que financió la Sociedad Hermanos de la Caridad, la cual fue distribuida gratuitamente entre los asistentes. Además, nos correspondió hacer el editorial para dicha revista, que a continuación publicamos:

La Sociedad Hermanos de la Caridad, institución sin ánimo de lucro considerada como una de la más antigua del Departamento del Atlántico, fue fundada el 9 de mayo de 1867 por el médico EUSEBIO DE LA HOZ, en ese entonces de treinta y cuatro años de edad, Masón y miembro activo de la Respetable Logia El Siglo XIX Nº 24, recién constituida por el Supremo Consejo Neogranadino, hoy Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia.

El Dr. Eusebio De la Hoz, filantrópico, notable y emprendedor ciudadano barranquillero, no agotó esfuerzo alguno en realizar obras benéficas a través de la Sociedad Hermanos de la Caridad. Con su perseverancia –como decía Ludwig Van Beethoven, “Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo y acabarás lográndolo”– sacó adelante obras importantes en la ciudad, que después de más de un siglo aún se conservan. Tenemos por ejemplo, el Cementerio Universal, creado en 1870, en el cual yacen los restos de personajes que dejaron indeleble rastro en el acontecer de la literatura, de las artes, de la historia, de la política, de la industria, del comercio, en fin, en todas las actividades que marcaron un hito en la más universal de las ciudades de la República de Colombia, Barranquilla. Los imponentes panteones declaran en silencio majestuoso el exquisito gusto de sus deudos, y tal vez de los mismos difuntos, por dejar a las generaciones presentes y futuras verdaderas obras de arte. Hoy, nuestro cementerio, que nos enorgullecemos en presentar como patrimonio arquitectónico e histórico de Barranquilla, es un lugar obligado a visitar por los investigadores y los turistas que visitan nuestra ciudad.

Las otras obras de gran valor dejadas por el Dr. De la Hoz, se encuentran el Hospital de la Caridad de Barranquilla –primer hospital construido en nuestra ciudad– hoy Hospital de Barranquilla, y la Iglesia del Rosario.

Ciento treinta y siete años después la Sociedad Hermanos de la Caridad, presidida coincidencialmente por otro insigne médico, Dr. LEONELLO MARTHE ZAPATA, Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia, se ha consolidado, llevando a la vigorosa práctica las solidarias palabras de su fundador:

“...La caridad no consiste en ser pródigos, más allá en ser útil.”

En los últimos doce años esta providencial expresión, nunca antes se ha hecho mucho más palpable a los ojos de la comunidad. En el campo de la salud, la Sociedad Hermanos de la Caridad es benefactora de la niñez desprotegida, especialmente de los que nacen con problemas de hidrocefalia. En la educación y en la cultura la centenaria corporación ha demostrado una inconmensurable sensibilidad. Otorga auxilios educativos a los bachilleres y universitarios de escasos recursos económicos y con calificados méritos.

Cuenta con una Biblioteca Pública al servicio de la comunidad estudiantil, profesional y de los inquietos bibliófilos; dotada con más de cinco mil volúmenes, tres excelentes salas, la primera para la lectura de los textos consultados, la segunda para el servicio de sistema informático e Internet, impresión y fotocopiado de trabajos y la tercera, para lectura Masónica. Igualmente la Biblioteca cuenta con el Salón cultural “Eusebio De la Hoz” con capacidad para doscientas personas.

La Sociedad Hermanos de la Caridad edita dos revistas trimestralmente: El Misionero, que es el órgano de comunicación de los intereses de esta centenaria corporación cuya primera edición data del 15 de octubre de 1870; con proyección orbital a todos los hombres libres y de buenas costumbres que habitan la faz de la tierra, y la Plancha Masónica, que es una publicación de carácter Masónico de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, cuya misión primordial consiste en informar, ilustrar y servir a los altos fines de la Masonería Universal.

Como quiera que dentro del objetivo social de la Sociedad Hermanos de la Caridad se encuentra el de apoyar e impulsar las actividades culturales, su Presidente, Dr. Leonello Marthe Zapata y la Junta Directiva lo vienen cumpliendo en bien de la comunidad atlanticense. Por tal motivo, han programado, a través del Comité Cultural y en coordinación con el Gran Maestro de la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia, Q H Rafael Royett García, una serie de eventos para conmemorar y exaltar la memoria de los difuntos en su día: que se celebra el 1 y 2 de noviembre.

La memoria de los muertos ha sido en todos los tiempos objeto de la mayor veneración para el hombre, que la ha honrado siempre con un culto especial.

En las culturas antiguas como la china y egipcia el culto a los muertos es un símbolo de unidad familiar. Les rendían culto construyendo templos y pirámides.

En la cultura China por ejemplo, en los aniversarios, se quemaba incienso, se encendían candelas y colocaban ofrendas de alimentos sobre un altar. Eran los días en los que se recordaban las grandes deudas que se tenían con los antepasados.

Los antiguos egipcios creían que el individuo tenía dos espíritus. Cuando fallece, uno va al más allá y el segundo queda vagando en el espacio, por lo que tiene necesidad de comer. Consideraban que este espíritu vivía en el cuerpo que ellos cuidadosamente habían embalsamado, de esta manera el espíritu podía seguir existiendo. Este espíritu era quien recibía las ofrendas.

La muerte fue divinizada por los griegos y latinos, haciéndola hija de la noche y hermana del sueño, en compañía del cual habitaba en el infierno.

Los romanos elevaron altares a la muerte, pero los franceses y los españoles la veneraron más, según los antiguos escritores.

Según el antropólogo Aquiles Escalante, en su obra LOS MOCANÁ, segunda edición, Pp 58 – 62, nuestros aborígenes en el Departamento del Atlántico consideraban en la muerte física dos componentes: el elemento esencial de la personalidad del difunto, y el elemento propio a su corporalidad. Asimismo que el resto de América prehispánica, practicaban dos tipos de entierros, y en el norte de Sur América se practicó ampliamente la momificación.

El culto a la muerte es uno de los elementos básicos de la religión de los antiguos mexicanos. Creían que la muerte y la vida constituyen una unidad. Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor.

Los misioneros cristianos tuvieron que adoptar muchos de los ritos y símbolos indígenas para lograr la evangelización de las civilizaciones prehispánicas.

En la actualidad, estos días se caracterizan por el recuerdo de nuestros muertos y la visita a los cementerios, pero en cada país o región existen diferentes tradiciones.

En México, por ejemplo, país que se destaca a nivel mundial por la celebración del día de los difuntos, según algunos estudiosos se remonta hasta el año 800 (a. de n. e.) en el llamado Festival de muertos, celebrado entre los aztecas durante los meses de julio y agosto, como una fiesta para celebrar el final de la cosecha de maíz, fríjol, garbanzo y calabaza, que formaban parte de la ofrenda a la diosa Mictecacihuatl.

Por lo general cuando hablamos de la muerte del ser humano nos causa susto y angustia, porque culturalmente no estamos preparados para ello, sobre todo cuando vemos de cerca el peligro de morir o cuando afecta a nuestros seres queridos. La muerte es el fin inevitable de un proceso natural de la vida, en otras palabras es un estado que forma parte de la evolución final de los seres vivos.

Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Ese otro mundo sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones que se convierten en culturas, todas de igual importancia, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos.

En todo caso para conmemorar y exaltar la memoria de los difuntos en su día que se celebra el 1 y 2 de noviembre, la Sociedad Hermanos de la Caridad y la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia lo han programado para los días cinco y seis de ese mes.

El cinco de noviembre se ofrecerá un recital poético y de declamación a las siete de la noche en el Cementerio Universal.

El seis de noviembre, a partir de las 5:00 p. m., en el Salón Cultural de la Biblioteca Pública Julio Hoenigsberg se desarrollarán los siguientes eventos:

1. Inauguración de una muestra de pintura y fotografía.

2. Presentación de la cuentera Mayerlis Beltrán.

3. Obra de teatro a cargo de la profesora Rosandy Olarte Duarte.

4. Presentación del humorista Mingo Martínez con “cuentos de velorio”.

5. Presentación de la danza “Kalimba” a cargo del profesor Ramón Sánchez, interpretando entre otras obras “Velorio del Boga Adolescente” de Jorge Artel.

De esta forma la Sociedad Hermanos de la Caridad y la Muy Respetable Gran Logia del Norte de Colombia apoyan la cultura de nuestra ciudad.
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3 comentarios:

Tito Mejía dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tito Mejía dijo...

Doctor Mario Morales, ¡gracias por este artículo donde resalta la poesía sacra como un encantamiento para loa difuntos que aún viven en los versos!

22 de julio de 2011 19:15

Lewis Enrique Morales Bravo dijo...

Maravillosa narración que con el tiempo irá adquiriendo mayor importancia dada la características de testimonio de una actividad que día a día adquiere mayor interés.