viernes, 10 de agosto de 2007

El Estado Esclavista de India


Por: Mario Morales Charris 33º
Ven.·. Maest.·. Resp.·. Log.·. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. del Norte de Colombia

Pres.·. Gran Consejo de Cab.·. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám.·. 30°


Los orígenes de esta civilización se remontan en el tiempo hasta la protohistoria. De la misma manera la primera actividad humana en el subcontinente indio se puede hallar en la Temprana, la Media y la Tardía Edad de Piedra (400.000 – 200.000 a. d. n. e.). Se han encontrado utensilios de estos tres períodos en Rajasthan, Gurajat, Bihar, algunas partes de lo que hoy es Pakistán y en el extremo sur de la Península India.

Inicialmente estos pueblos paleolíticos fueron cazadores y recolectores seminómadas; actividades que realizaron durante muchos milenios. Cuando tuvo lugar el cambio a un estilo de vida agrícola (a mediados del noveno milenio a. d. n. e.) ya existían cinco grandes razas: el Negrito, la Proto-Australoide, la raza Mediterránea, los Mongoloides y el pueblo Alpino.

Las primeras evidencias de asentamientos agrícolas en las llanuras occidentales del Indus son poco más o menos contemporáneas con similares progresos en Egipto, Mesopotamia y Persia. Estos sitios se desarrollaron gradualmente y los habitantes comenzaron a utilizar el cobre y el bronce, domesticaron animales, fabricaron vasijas de barro y emprendieron actividades comerciales.

Al igual que Mesopotamia y Egipto, India vio en el III milenio a. d. n. e., una civilización urbana, pero en contraste a estas regiones muestra dificultades geográficas –cadenas montañosas, selva, etc.– que influyeron considerablemente en su proceso histórico; el caso lo podemos observar en las poblaciones y tribus más o menos vecinas, las cuales han permanecido separadas durante siglos, trayendo como resultado una diversa gama de grupos humanos caracterizados por diferentes niveles de desarrollo cultural y por los perfiles étnicos. De ahí que, mientras algunos sitios viven en período ya absolutamente histórico con una civilización evolucionada y castas imperiales conocidas, otras grandes zonas siguen inmersas en la prehistoria, con economías primitivas marginadas de tipo neolítico. De esta forma podemos afirmar que la historia de la India no se refiere inicialmente a todo el subcontinente, sino que se ajusta a la región septentrional, en las cuencas de los ríos Indo y Ganges, mientras el sur queda marginado del desarrollo histórico, del cual recibiría influencias tardíamente.

La primera civilización india conocida, hasta ahora, la cual es considerada como punto de partida de su historia, se remonta hasta alrededor del 3000 a. d. n. e. Al descubrirse en la década de 1920, se pensó que estaba limitada al valle del río Indus; por este motivo se le dio el nombre de «civilización del Valle Indus». Fue una civilización con un gran desarrollo urbano y dos de sus poblados, Mohenjodaro y Harappa, representan el nivel más alto de estos asentamientos. Excavaciones arqueológicas posteriores establecieron que los perímetros de las mismas no estaban limitados al Valle Indus, sino que se expandían a un área más amplia en la India noroccidental y occidental. De ahí que se le conozca mejor con el nombre de «civilización Harappa». Hoy, Mohenjodaro y Harappa pertenecen a Pakistán y los sitios principales en la India incluyen a Ropar en el Punjab[1], Lothal en Gujarat[2] y Kalibangan en Rajasthan[3].

El aparecimiento de esta civilización es tan trascendental como su permanencia por cerca de mil años. Todas las ciudades estaban bien planificadas. Las calles estaban trazadas en ángulos rectos con un sistema de alcantarillado cubierto. También existían edificios públicos, el más conocido de los cuales es el Great Bath en Mohenjodaro y los amplios graneros. Además, se realizaban producciones de varios metales tales como cobre, bronce, plomo y estaño.

Las evidencias también señalan el uso de animales domesticados, que incluyen camellos, cabras, búfalos de agua y aves. Los Harappenses cultivaban trigo, cebada, guisantes, sésamo y probablemente fueron los primeros en cosechar el algodón para hacer telas. El comercio parecía ser una de las principales actividades en el Valle Indus y la cantidad de sellos descubiertos indica que cada mercader o familia mercantil poseía su propio sello. Estos sellos aparecen en varias formas y tamaños cuadrangulares, cada uno con una figura humana o animal grabado en ellos. Sin embargo, alrededor de unos 3.500 años a. d. n. e. la India al igual que la China, usaron valvas de cauries, unos moluscos como monedas primitivas. Los descubrimientos apuntan que la civilización Harappense tenía una relación comercial extensa con las civilizaciones vecinas en la India y otras tierras lejanas en el Golfo Pérsico y sumeria (Irak).

Es interesante señalar que hacia 1500 a. d. n. e. ya las civilizaciones de Harappa y Mohenjodaro habían desaparecido totalmente. Algunos historiadores afirman que la cultura Harappense entró en decadencia debido a repetidas inundaciones de los pueblos que estaban situados en las márgenes del río y debido también a cambios ecológicos que forzaron a la agricultura rendirse ante la expansión del desierto. Otros autores destacan que este raro caso es explicable a la incursión por el noroeste de poblaciones indoeuropeas –los arios[4]– que entraron a través del legendario paso Khyber. Ellos se entremezclaron con la población local y se insertaron en el marco social. Adoptaron el estilo de vida agrícola de sus antecesores, y constituyeron pequeñas comunidades agrarias por todo el estado del Punjab, que tras apostarse inicialmente en el valle del Indo, penetrarían toda la mitad septentrional de la India. Eso sí, a fecha de hoy, todavía los investigadores no han podido esclarecer la procedencia exacta de estos conquistadores, ni el carácter de su invasión; sin embargo, se está casi seguro que se produjeron muchas irrupciones alrededor de 1500 a. d. n. e. hasta comienzos del primer milenio.

Se cree además, que los arios trajeron con ellos el caballo, desarrollaron el idioma Sánscrito e hicieron valiosos avances en la religión de esos tiempos. Por tanto, estos tres elementos jugaron un papel primordial en la formación de la cultura india. La guerra de caballería aceleró el proceso de la misma. Su tendencia era la conquista del ganado como objetivo central y consideraban la vaca como un animal sagrado, práctica que aún hoy se conserva. Del mismo modo la guerra de caballería proporcionó el rápido esparcimiento de la cultura aria a través de la India Norte y permitió el surgimiento de grandes imperios. También aceleró de manera notable la implantación de la esclavitud. A la esclavización de los prisioneros se le une la de los insolventes deudores y la del comercio de esclavos.

El Sánscrito es el fundamento y el componente unificador de la inmensa mayoría de las lenguas indias. La religión, que se arraigó durante la era Védica, con su exquisito panteón de Dioses y Diosas y su almacén de mitos y leyendas, se tornó en el pedestal de la religión Hindú, sin dudas, el más importante calificativo de la cultura india.

Los arios no poseían una escritura pero desplegaron una magnífica tradición. Ellos compusieron los himnos de los cuatro vedas y los grandes poemas filosóficos –a pesar de no haber tenido su Sócrates, ni su Descartes, ni un Kant– que son el corazón del pensamiento hindú. Allí encontramos los primeros elementos configurativos de las nacientes doctrinas filosóficas, tanto idealitas como materialistas. El libro relata una etapa muy remota en la historia (1600 a 800 a. d. n. e.) con expresiones materialistas como: “los mismos dioses son posteriores a la creación”, y otras bastante significativas, profundamente científicas, tanto que sorprenden todavía por la vigencia que tienen: ¡“el universo no era más que una onda indistinta”! Como lo expresara el filósofo indio y Premio Nóbel de Literatura, Rabindranath Tagore “Los himnos son un testamento poético de la reacción colectiva de un pueblo ante la maravilla y el temor de la existencia. Un pueblo de imaginación vigorosa y no sofisticada despertó en el mismo amanecer de la civilización, a un sentido de misterio inagotable que está implícito en la vida.” También es evidente que el período de disgregación formal del esclavismo en la India coincidiría después con la propagación de las formas extremas del idealismo: origen supraterrenal de las cosas, objetos, seres vivos y fenómenos, que el materialismo funda en la existencia objetiva de los objetos y fenómenos.

En esta parte de nuestra exposición, es preciso aclarar que tanto la India como China y Japón desarrollan sociedades que pasaron de la comunidad primitiva, a formas semejantes a las feudales, a las cuales se les ha llamado «Modo de Producción Asiático», que tuvo un fuerte complemento de despotismo. Por consiguiente, podemos afirmar que en Asia no se desarrolló el esclavismo a la manera occidental. Allí surgió un modo especial de producción intermedio entre el esclavismo y el feudalismo. Teniendo en cuenta que en Asia el cultivo del arroz fue predominante, los estados se vieron obligados a realizar grandes obras hidráulicas; en consecuencia, la explotación más que personal fue de carácter estatal y se produjo por medio de los tributos y el despotismo estatal. Es por ello que a este modo, pensadores como Montesquieu, también lo han llamado «Despotismo Oriental».

Un estilo de vida permanente trajo en su paso formas más complejas de gobierno y patrones sociales. Este período vio la evolución del sistema de castas y el surgimiento de reinos y repúblicas. Se piensa que los hechos descritos en las dos grandes obras épicas de la India, el Ramayana y el Mahabharata, ocurrieron alrededor de este período (1000 al 800 a. d. n. e.).

Entretanto, en ese prolongado período, la India ingresó a la edad del hierro, por lo que fue posible la fabricación de nuevas herramientas para darle gran impulso al desarrollo de la agricultura, sobre todo, en los espaciosos territorios de las cuencas del Indo y del Ganges y de la India central, lo cual contribuyó, asimismo, que la ancestral economía neolítica sobrellevara una intensa transformación.

Es bueno recordar que los arios estaban divididos en tribus que se habían asentado en diferentes regiones al noroeste de la India. El liderazgo tribal se volvió gradualmente hereditario, aunque el jefe usualmente operaba con la ayuda de los consejos de un comité o de la tribu completa.

En esta etapa destacamos el notable desarrollo alcanzado en la elaboración de productos y en la especialización del trabajo. Aspectos que vinieron a contribuir con el nacimiento de oficios en las ciudades e hicieron a su vez que surgiera una primitiva sociedad de clases que agrandó la franja de desigualdad entre los hombres libres. Por consiguiente, se estableció una jerarquía constituida por cuatro niveles conocidos como «varnas». La aristocracia estaba formada por dos clases, dominadas por los arios, que se establecieron en las llanuras del Punjab y del Ganges: los brähmana, o clase sacerdotal hereditaria, y los kshatriya, o nobleza militar. El pueblo constituido básicamente por los drávidas[5], se circunscribía en las dos escalas inferiores: los vaiśya –la gran masa de trabajadores– y los śudra, que generalmente eran extranjeros sin ninguna clase de derecho. Una y otra varnas tenían a trabajadores más o menos libres –kammakaras y bhrtakas– y a los siervos esclavos –däsas–. Se pertenecía a una varna por nacimiento y por lo regular no se podía pasar de una a otra. Sin embargo, aún no existía la severidad que identificaría después al sistema de castas, de tal manera que, en determinados casos, una persona de clase inferior podía acceder a otra más encumbrada.

Esta fue en sus comienzos una división por ocupaciones y como tal era abierta y flexible. Mucho más tarde, el estatus de castas y la ocupación correspondiente vino a depender del nacimiento, y el cambio de una casta u ocupación a otra se volvió mucho más difícil.

Es importante anotar que en el seno de esta sociedad surgen el concepto de estado y los primeros reyes; aparece un cúmulo de principados independientes entre sí, que no obstante a su perfil clasista, mantuvieron durante mucho tiempo en las franjas rurales las primitivas formas comunitarias de propiedad y explotación de tierras, sujetas al pago de un tributo al poder central. Pero a mediados del I milenio a. d. n. e., el número de estados independientes era cada vez menor al ser absorbido los más débiles por los más poderosos. Varios de ellos alcanzaron trascendencia histórica, hasta tal punto de que se conoce el nombre de algunos de sus reyes. Como es el caso de Magadha, reino localizado en Bengala, que ya en el s. VI a. d. n. e. tenía una dinastía completamente histórica, a la que perteneció Bimbisāra, durante cuyo reinado Sākya-Muni, Buda predicara su doctrina. En efecto, este siglo fue una época de agitación social e intelectual en la India. Fue entonces cuando Mahavira fundó la religión Jain y Gautam Buda alcanzó la iluminación. Las dos grandes religiones, el Jainismo y el Budismo, predicaban la no violencia a todas las criaturas vivientes, la tolerancia y la autodisciplina, valores que se han convertido en la piedra angular de la ética india. Las enseñanzas de estas fe ganaron aceptación popular inmediatamente debido a su simplicidad y practicabilidad; los sermones de ambas religiones eran predicados en las lenguas comúnmente habladas. De la misma manera el budismo ganó prontamente adeptos entre la aristocracia de Magadha y del estado vecino de Kosala. Para la nobleza de estos reinos, que basaban el régimen social en el desarrollo de la esclavitud, como ya lo hemos expresado, y en la agravación de la desigualdad de clases, el advenimiento del budismo fue un hecho positivo, pues la religión de Buda requiere ante todo pasividad y una admisión resignada de la realidad, lo que trae a su vez como resultado un conformismo que mantiene a las clases humildes en unas condiciones de infortunio, sin intentar salvarse de la injusticia social de que son víctimas. Es por esto que el budismo fue apoyado y protegido por la realeza y nobleza indias. Posteriormente, los monjes budistas esparcieron su religión hacia el sur, hasta Sri Lanka y hacia el noroeste, hasta China, Japón, Corea y todo el Sudeste Asiático donde se practica hasta ahora.

Más tarde, en el 326 a. d. n. e., Alejandro Magno –procedente de Macedonia– invade el noroeste de la India por el alto valle del Indo y dominó toda su cuenca en menos de diecinueve meses. Pero al no poder avanzar hacia el Ganges, retiró sus tropas de Punjab y se dirigió hacia el sur, sin dejar en la región ejército alguno capaz de garantizar la permanencia griega. En todo caso, en los lugares que iba conquistando, allí establecía una ceca (o usaba las ya existentes en el lugar) para la acuñación de monedas de diseño uniforme, la que podía circular por toda Grecia. Tales monedas –estáters y tetradracmas– se acuñaban con el oro y la plata de sus dominios. Es de resaltar que esta práctica ya la había establecido Filipo I, su padre, originándose así la organización de un sistema monetario nacional uniforme en el mundo griego y en el ex Imperio Persa.

Para finales del siglo III a. d. n. e., Chandragupta Maurya establece el primer gran imperio indio; en consecuencia logra la unificación de la mayor parte de la India Norte. Luego su hijo Bindusāra amplía el imperio Mauryano –que domina por siglos sucesivos– sobre todo el sub-continente. Debemos resaltar que el más grandioso emperador mauryano lo fue Aśoka el Grande (273 – 232 a. d. n. e.), hijo y sucesor de Bindusāra, quien con sus exitosas campañas culminaron con la adición de Kalinga (actual Orissa). Vencido por los horrores de la guerra, fue él probablemente el primer gobernante victorioso que renunció a la guerra en el campo de batalla. Aśoka se convirtió al Budismo, pero no impuso su fe a sus súbditos. En vez de esto, trató de convertirlos a través de edictos inscritos sobre rocas en los dialectos locales, utilizando la escritura post harappense más remota conocida como Brahmi.

La economía mauryana se distinguió por el progreso en el desarrollo de las fuerzas productivas y fue esencialmente agrícola. El estado poseía enormes haciendas que eran cultivadas por esclavos y labriegos. La ganadería, la caza y la pesca pasaron a un segundo plano. El comercio se extendió notablemente, y las relaciones con el exterior adquirieron una importancia hasta entonces desconocida. Con este auge general, las ciudades se crecieron a la vez que se acuñaron monedas de bronce y de plata.

Después de la muerte de Aśoka, en el 232 a. d. n. e., el imperio Mauryano comenzó a desintegrarse y al iniciarse el s. II la decadencia fue total. Punjab volvió a caer en poder de los griegos. Demetrio, hijo de Eutidemo, adquirió fama como conquistador de las regiones noroccidentales de la India. Por este motivo, y al igual que antes lo hiciera Alejandro, su retrato aparece en las monedas tocado con la piel de elefante. Diferentes obras literarias indias recogen la invasión de los soberanos griegos de Bactriana en la India hacia el sur y también hacia el este por el valle del Ganges hasta Pataliputra. Este período vio el surgimiento de varios reinos pequeños que no duraron mucho tiempo.

Debemos destacar también, por considerarlo de gran valía, la presencia del imperio Gupta, el mayor que haya existido en el norte de la India, estado de Magadha (s. IV de esta era), fundado por Chandragupta II. Duró más de dos siglos y cubrió una gran parte del sub-continente indio, pero su administración era más descentralizada que la de los mauryanos. Alternaba guerras y alianzas matrimoniales con los pequeños reinos vecinos y sus límites territoriales fluctuaban con cada gobernante.

Los gobiernos Guptas patrocinaron las tradiciones de la religión Hindú y el Hinduísmo ortodoxo se reafirmó en esta fase. Con todo, este período también vio la coexistencia pacífica de Brahmanes y Budistas y las visitas de viajantes chinos como Fa Hien. Las exquisitas cavernas de Ajanta y Ellora fueron creadas en este tiempo.

Esta etapa presenció el surgimiento de las formas del arte clásico –que posteriormente mereció la denominación de «edad de oro del arte indio»– y el desarrollo de varios aspectos de la cultura y la civilización india. Se escribieron tratados eruditos sobre una multiplicidad de temas que van desde la gramática, las matemáticas, astronomía y medicina, hasta el Kamasutra, el famoso tratado sobre el arte del amor. Asimismo se terminaron de escribir los Dharma-sastras ('libros de leyes', como el de Manu), se comenzaron a construir los grandes templos y se preservaron los mitos y los rituales en los Puranas ('lo antiguo'). Esta época presentó un considerable progreso en la literatura y la ciencia, especialmente en la astronomía y las matemáticas. La figura literaria de mayor importancia fue Kalidasa cuya selección de palabras e imágenes elevó al drama sánscrito a nuevas dimensiones. Aryabhatta, quien vivió durante esta temporada, fue el primer indio que hizo contribuciones significativas a la astronomía.

A finales del s. V de n. e. comenzó la invasión de los hunos blancos –pueblo originalmente mongol o turco– que señalaron el final de esta era de la historia, aunque al principio fueron derrotados por los Guptas; sin embargo, lograron dominar todo el norte y centro de la India.

Después de la decadencia del imperio Gupta, la India Norte se desmembró en un número de reinos hindúes separados, y realmente no se volvió a unificar hasta la llegada de los musulmanes.

Mientras surgían y desaparecían reinos en el norte de la India, el sur permanecía generalmente estable a estas revueltas. Los egipcios y los romanos habían instaurado relaciones comerciales con el sur de la India a través de rutas marinas y más tarde se establecieron asimismo lazos con el Sudeste Asiático.

Otras influencias externas en el sur incluyeron la llegada de Santo Tomás a Kerala en el 52 de nuestra era, quien trajo el Cristianismo a la India. Grandes dinastías que surgieron en el sur fueron los Cholas, Pandyas, Cheras, Chālukyas y Pallavas. Estos imperios luchaban entre sí continuamente por la hegemonía. Los Chālukyas gobernaron principalmente sobre la región del Deccan de la India central, aunque por momentos su reinado se extendió un poco hacia al norte. Más al sur, los Pallavas fueron los pioneros de la arquitectura Dravidiana con su estilo exuberante, casi barroco. Ellos también llevaron las formas del arte indio y el Hinduismo a Java en Indonesia, a Tailandia y a Camboya.

En la época actual la India Norte recibió muchas inmigraciones, dentro de las cuales destacamos las siguientes: en el s. VII, los árabes, y en el s. X los afganos. A éstos los substituyeron en el s. XIV los mongoles, quienes fundaron una poderosa dinastía que reinó tres siglos, y así la India permaneció cerca de siete siglos sometida al imperio musulmán. En el siglo XV se instalaron en el Indostán los portugueses, a quienes luego siguieron los holandeses, los franceses y los ingleses. Como podemos ver, a pesar de la formidable barrera que representan el inmenso Himalaya y los océanos, India ha recibido una sucesión de extranjeros, en donde casi todos se quedaron. De estas oleadas de inmigración, surgió la cultura mixta de la que hoy hace gala la India.

No obstante a todo lo anterior, los primeros siglos de la presente era se distinguieron por un gran florecimiento económico. Se da inicio a la rotación de cultivos, los sistemas de regadío se desarrollan y se utilizan abonos. El comercio por vía marítima y terrestre fue de gran trascendencia. Luego podemos afirmar que un proceso socioeconómico de gran magnitud como este cambió las relaciones de producción habituales. Los esclavos dedicados a las labores de producción siempre fueron pocos; pero con este desarrollo económico, su faena se mostró insuficiente de fortalecer el crecimiento productivo necesario. Entonces los opresores sometieron a los hombres libres, miembros de las comunidades ancestrales a la servidumbre.

La infinidad de labores de este período proporcionó una división social del trabajo cuyos integrantes ejercían el mismo oficio o profesión. Estos grupos son los que se conocerían con el nombre de «castas». Las personas desplazadas de la sociedad, que realizaban siempre los trabajos menos calificados y peor considerados, se agrupaban en una serie de castas denominadas parias o «intocables», carentes de todo derecho y marginados en los niveles más ínfimos de la jerarquía.

Otro aspecto que debemos resaltar en los primeros siglos de esta época fueron los aportes que hicieron los indios a las matemáticas. Ellos descubrieron el «cero»; crearon el sistema de numeración de base diez, conocido como «numeración decimal» o «arábiga»; fueron los primeros, junto con los babilonios, en conocer la división; supieron de la divisibilidad por 3, 9 y 7; establecieron las reglas para la resolución de las operaciones con números fraccionarios; descubrieron el valor de pi (π = 3,1459...); conocieron la radicación mucho antes que los romanos inventaran una palabra para nombrarla, tanto es así que fueron los primeros en hallar las reglas para la extracción de las raíces cúbica y cuadrada; instituyeron las resoluciones completas de las ecuaciones de segundo grado y de las indeterminadas, etc.

Para finalizar, queremos hacerlo, de manera muy breve, sobre la invasión de los ingleses, la última que tuvo que soportar la India. Estos crearon en 1600 la acreditada “Compañía inglesa de las Indias Orientales” con fines aparentemente comerciales –pero realmente políticos– la cual muy hábilmente acondicionaron con el tiempo, hasta que los británicos lograran el dominio absoluto de la India, no obstante los esfuerzos que hicieron los franceses para impedirlo. Por este motivo se presentó una corta y terrible guerra en 1857 entre los cipayos y los ingleses, que puso en peligro el dominio de estos últimos. El resultado fue la disolución de la Compañía y su patrimonio cedido a la Corona. Todo estaba consumado, el daño socioeconómico en más de doscientos años fue inmenso. No hay dudas de que la miseria ocasionada en el Indostán por la dominación británica ha sido de naturaleza muy diferente y enormemente más intensa que todas las calamidades experimentadas hasta entonces por el país. Al respecto, Marx –en su artículo sobre «La dominación británica en la India»– señala que “… todas las calamidades sucesivas causadas por las guerras civiles, invasiones, revoluciones, conquistas, años de hambre, su efecto sobre el Indostán no pasaron de ser superficial. Inglaterra, en cambio, destrozó todo el entramado de la sociedad hindú, sin haber manifestado hasta ahora el menor intento de reconstitución. Esta pérdida de su viejo mundo, sin conquistar otro nuevo, imprime un sello de particular abatimiento a la miseria del hindú y desvincula al Indostán gobernado por la Gran Bretaña de todas sus viejas tradiciones y de toda su historia pasada...”

En 1876 se concedió a la reina Victoria de Inglaterra el título de “Emperatriz de las Indias”. Luego de la intervención de las tropas indias en la primera guerra mundial, se generalizó en el Indostán un movimiento nacionalista, orientado a emancipar de la ocupación inglesa al país. Inglaterra pretendió dirigir dichos deseos con la Constitución de 1919, instituida bajo el criterio de la “cooperación”. Contra tales intentos se levantó el nuevo nacionalismo indio, representado en Mahatma Ghandi, encaminado a obtener la independencia; pero como este movimiento era patrimonio de la gran mayoría india, la minoría musulmana fundó la «Liga Musulmana» en 1906, que defendía la creación del Pakistán o Confederación de los Estados Independientes Islámicos. Después de muchas negociaciones se acordó, en agosto de 1947, en constituir dos grandes territorios autónomos; el Indostán y el Pakistán. Así, en 1950, la India se declaró República Federal dentro del ámbito de la mancomunidad británica.
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[1] Punjab o Penjab, es la región del NO de la península indostánica, en la cuenca del Indo, donde este río recibe cinco de sus principales afluentes –Jhelum, Chenab, Rabi, Beas y Sutle– que dan nombre al territorio «País de los cinco ríos. Constituyó una provincia del Imperio británico de la India, dividida en 1947 en dos partes: Punjab Oriental y Punjab Occidental. El primero forma un estado de la India, y el segundo, una provincia de Pakistán.
[2] Estado del NO de la India junto al mar Arábigo y limítrofe con Pakistán (NO).
[3] Estado del NO de la India, fronterizo con Pakistán (O y NO) y limítrofe con los estados indios de Punjab y Aryana al NE; segundo del país por su extensión.
[4] Fueron ciertas tribus nómadas, que habitaban la meseta del Pamir –conocida hoy como “techo del mundo”, con una altura media de 3.600 m. sobre el nivel del mar– en el Asia Central, que desde el II milenio a. d. n. e. y bordeando el Caspio, se dividieron en dos ramas, estableciéndose en el Irán y en la India. Así pues, la denominación de ario corresponde a la rama indoirania de los pueblos de lengua indoeuropea. Después de conquistar la cuenca del río Indo, pasaron a la del Ganges y por último, al Dekán. Este es el primer período de la historia de la India, llamado «período védico», luego le siguió el brahmánico, dividido en dos épocas, prebúdica y búdica.
[5] Pueblo existente en la India antes de la venida de los indoeuropeos. No se conoce fecha de su llegada ni se tiene noticia histórica de sus primeros hechos. Actualmente sobreviven en la parte meridional de la península del Indostaní. De piel oscura que puede alcanzar el negro, Son dolicocéfalos, cultivan el arroz, emplean elefantes y presentan un régimen matriarcal con poliandria.

Referencias Bibliográficas

1. Diccionario Enciclopédico Lexis 22. Círculo de Lectores. Tomos: 2, 7, 10, 11, 15 y 17. Barcelona, 1976.

2. El Esclavismo en la edad antigua. En Internet:
http://www.moirfranciscomosquera.org/public/Esclavismo.htm

3. El origen de la moneda: del trueque a Bizancio. En Internet:
http://www.mailxmail.com/curso/vida/lamoneda

4. Evolución de la Economía. Gutiérrez Rincón, Antonio. G. Cotes publicidad. Barranquilla. Col.

6. Historia Universal Comparada. Hans H. Hofstätter y otros. Tomo I. Editorial Plaza & Janes S. A. Barcelona. España. 1977.

7. Historia Universal Planeta. Editorial Planeta, S. A. Tomo II. Barcelona. España. 1977.

8. India. En Internet:

9. India. En Internet: http://es.wikipedia.org/wiki/India

10. Introducción a la historia de la filosofía. En Internet:

http://www.caum.es/CARPETAS/talleres/aula_faustino_cordon/contenedor/hfilosofia.htm
11. La dominación británica en la India. Marx, Carlos. En Internet:
http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe1/mrxoe112.htm

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